La seducción es la fascinación o atracción provocada por una cosa o persona que nos causa el deseo de tener su afecto. Es la posibilidad de hechizar y cautivar a otro. Una capacidad que va muy ligada al dominio de ciertas facultades comunicativas. No todo acto comunicativo es seductor, pero toda buena comunicación exige necesariamente una buena dosis de seducción. El emisor ha de tener la capacidad de despertar el interés del receptor, de hacer que preste atención a su mensaje; algo que solamente se hace posible si pone en funcionamiento las armas de la seducción.

Admiramos a quienes tienen paciencia y queremos imitarlos. ¿Cómo lo hacen, cómo dominan su agresividad? ¿De qué manera encauzan sus malos momentos? Podemos intentar descubrir cuáles son sus secretos y cómo se las arreglan para nutrirlos y plasmarlos en la realidad. La paciencia no es un bien que anule nuestra personalidad, sino que la despliega más armónicamente. A través de la experiencia vital de cada uno de nuestros actos cotidianos, podemos adquirirla.

Hay que reconocer que, de entrada, el esfuerzo no es nada seductor. Si podemos conseguir nuestros objetivos sin esforzarnos, tendemos a hacerlo. Aun así, el esfuerzo es necesario; continua siendo imprescindible. Muchas veces, antes de hacer un esfuerzo pedimos ayuda a los demás, y esto nos convierte en inmaduros dependientes, carentes de autonomía. El esfuerzo es siempre una tensión, un desgaste, un trabajo físico o psíquico que nos agota, pero que deja su poso en el alma.

En el contexto de globalización de las comunicaciones, de los mercados y de la cultura, es esencial defender los propios valores de elementos externos y garantizar su transmisión a las futuras generaciones de europeos. Europa es una realidad espiritual, una entidad que tiene una configuración ética y estética propia que emana, en parte, de los universos religiosos que han sedimentado en ella a lo largo de la historia. Este intenso texto sobre valores en la política, en la educación y en las tradiciones religiosas puede que sea el primer signo de una nueva primavera de los valores en Europa.

A lo largo del año 2008, el semanario de información religiosa "Vida Nueva" publicó en su habitual sección del "Pliego" una serie de ellos dedicados a ofrecer una panorámica de la vida de la Iglesia a lo largo de este importante medio siglo, con motivo del cincuentenario de la revista. Diez pliegos, diez capítulos, diez reflexiones que se ofrecen como ayuda para el estudio de estos cincuenta últimos años en la vida de la Iglesia, los mismos que la revista lleva de vida. Hoy por hoy, el archivo de "Vida Nueva", como lo han demostrado los más variados trabajos académicos, es una fuente fundamental para el estudio de la historia de la Iglesia española contemporánea.

Com diu Aristòtil, l'ignorant afirma, mentre que el savi dubta i reflexiona. Per arribar a ser savi, cal aprendre a interrogar raonablement, a escoltar amb atenció, a respondre serenament i a callar quan no es té res a dir. El savi sap que ignora molt, però no sap exactament el que ignora, perquè si ho sabés ja no seria un ésser humà. Sap que el que coneix és ben poc en relació amb el que queda per conèixer. Per això és, essencialment, un ésser humil, disposat tothora a saber més, a preguntar, a qüestionar els altres. Com diu Isaac Newton, el que sabem és una gota d'aigua; el que ignorem és l'oceà.

Podem seguir els passos d'una persona pel carrer, podem veure com treballa en una oficina, com es distreu el dissabte a la tarda amb els amics, però no podem veure la vida del seu pensament, la vitalitat dels seus sentiments, les difícils mutacions interiors, les vivències del jo, l'existència dels records, el creixement intangible del jo. Tot això escapa a la mirada externa i és el que compta. Aquesta vida íntima, aquest moviment que no es percep amb els ulls exteriors és, pròpiament, la vida interior. Solament si es conseix aquesta vitalitat oculta, es coneix la persona.

Este libro contiene un racimo de cartas que nunca llegaron a su destinatario. Una mujer acelerada escribe a un hombre todavía más acelerado y cuenta sus aventuras y desventuras, sufrimientos y alegrías. Ello motiva un epistolario de corazón a corazón; una correspondencia que va más allá de la cortesía y las buenas formas y ahonda en la experiencia de dos seres humanos que buscan algo de sosiego en un mundo sin sosiego; algún remedio para pacificar el alma.